Los clientes aportan al coaching situaciones con temas subyacentes comunes. Un tema recurrente que viene surgiendo últimamente es la dificultad de estar con dolor.
Como seres humanos, la incomodidad del dolor es algo que conocemos muy bien. Sin embargo, en ocasiones, confundimos ese malestar aferrándonos a aquello que nos causó dolor en un principio, convirtiéndolo en sufrimiento.
¿Cómo afrontamos esos grandes sentimientos? Ese es un viaje profundamente personal e individual.
Pero a medida que envejecemos, todos desarrollamos mecanismos de afrontamiento que nos ayudan a adaptarnos. Con ellas vienen las narrativas de fracaso, duda y pérdida que mantenemos mucho más allá de su fecha de vencimiento.
Estos mecanismos son útiles hasta que nos volvamos a encontrar cara a cara con el malestar. Listo o no.
A menudo, dejar ir el dolor es la parte menos desafiante y ya ha comenzado a suceder. Sólo necesitamos reconocerlo y cambiar la narrativa que nos frena.
Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. Insistimos en afirmar las viejas narrativas. La terrible situación que podríamos enfrentar puede ser un llamado a compostar viejas historias vinculadas a nuestra identidad. Las formas habituales de vernos inmersos en la derrota, la duda y el fracaso pueden convertirse en fertilizante de lo que ya está brotando en nuestro interior.
En ocasiones, podemos actuar sobre algo para aliviar –o distraernos– del dolor cuando lo que deberíamos hacer es sentir el malestar y la tristeza. Ten algo de autocompasión.
La decisión de reconocer lo que lo debilita y aceptar la incomodidad puede ser toda la guía que necesita por ahora.